Silvina Vital | Sueño de Túnel

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Silvina Vital | Sueño de Túnel

Una noche (qué es una noche al fin, más que un breve espacio en el que las luces se atenúan, los pájaros callan y se enciende la luna), una noche es la esfera cómplice de la luz errática de las estrellas perdidas en la distancia que se cuela por las ventanas invadiendo los sueños. Y uno sueña entonces con mares azules de cielo en las noches de luna llena; sueña que navega uno hacia alguna parte, movido por el impulso de las olas y con la intención de llegar (sólo eso, la intención de llegar, pues poco importa el lugar de destino). Sueña que las olas empujan el bote hacia alguna parte –perceptible, irremediablemente hacia adelante- y sueña que la travesía se extiende por las aguas opacas de costas desconocidas. Y de repente un suspiro, un ruido, un fantasma; la voz de un ángel o de un niño o de un viejo, que lo nombra a uno y le da la mano para llevarlo a otras aguas más profundas, acaso eternas y oscuras. Y uno decide soltarse, decide dejar de soñar, y se despereza entre las sábanas de a poco mientras la luna se va apagando y los pájaros vuelven cantando a su rama.



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