Silvina Vital | Lugar

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Silvina Vital | Lugar


uno
“Y uno quisiera tener cincuenta pares de ojos para mirar alrededor, para no perderse nada de ese lugar inmenso. Cincuenta pares de ojos de cualquier modo no alcanzarían para darle la vuelta entera y recorrer el lugar de punta a punta. Y ni hablar que uno debe ser un poco ciego también para admirar la belleza..."

dos
“Cuando uno recorre el espacio pequeño que quedó entre el recuerdo y el olvido, se descubre muchas veces hecho de aromas –aromas de libros, tal vez, o aromas de tardes y de tierra mojada por lluvias de verano, o aromas de cocina, de madre, de pieles, de abrazos".

tres
“Y en los rincones ensortijados de los cajones desordenados, castigados por el arrumbamiento y el descuido, también se halla uno (entre perdido y encontrado por sus jirones de historia)".




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Sergio Francisci | Mañana es mejor

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Sergio Francisci | Mañana es mejor


- Mañana es mejor: habremos nacido un poco más.
- ¿le parece?
- Sée… se lo digo yo que ando cayendo alrededor del mundo. Cayendo y cayendo alrededor del mundo en una órbita que parece perpetua.
- Mireusté, caer alrededor de las cosas es como no tener un lugar.
- Maso. Y encima uno se acostumbra a mirar el mundo como quien observa un grano de arena en el desierto.
- ¿y eso es malo, viejo fabulero?
- De tanto ver un grano de arena puede usted mañana olvidar el desierto universal.
- granos de tiempo, mañana
- mañana tuve un jardín donde florecieron raíces
- esa es una idea oscura, no hay viaje a la semilla en estos tiempos
- Mañana es mejor: habremos nacido un poco más.

- “pinta tu aldea…” seduce la voz del Conejo de la Luna. Falaz, apóstata, ilusorio: fabulante. Ya lo vimos en otras lunas. Ciertas constelaciones lo prefieren romántico, señor blablador.

- que se inscriba entonces en las constelaciones del universo y que procedan mis labios a besar los caminos de tu cuerpo…

- Eso, siga por ahí
- si no ponés cuidado en el jardín, mañana puede ser nunca
- mañana quiero florecer tu vida, mañana después de la noche, mañana antes de la noche, mañana
- mañana voy a verte nunca dicen las redes donde el río del cielo.
- porque lo prohibido en el río puede pecarse en el cielo y a cielo revuelto, ganancia de pecadores.
- ¿y qué hago con estas notas?
- lleve, mañana me escribe algo

- mañana otra vez ayer
- y ojo con dejar para mañana lo que puede deshacer hoy
- ¿por?
- y, hoy usted pugna por algo
- sí
- está bien eso, pero sólo hoy
- ¿por?
- es un asco que mañana vuelva a pugnar por ese algo
- ¿por?
- porque mañana usted habrá de re-pugnar

- Mañana es mejor: habremos nacido un poco más.
- Tabién… vaya, que yo le sigo cayendo y cayendo alrededor del mundo en una órbita que parece perpetua.

- ¿Hoy se escribe lo que pasa o se escribe hoy para que pase mañana?

- Hagamos la prueba. Le escribo. Le abro las hojas a la tarde. Mañana, una letanía de domingo se irá por calle Italia hasta el río. Paranada. El río. Paso por la esquina desnuda de milagros. En una frágil mirada que se torna bruma le hago un cuenco de besos. Y se lo cuelgo en un eclipse que pasa. Para que se lo deje en ojos de gatos de agua y conejos voladores. Mis mejores compañías esperantes.

Bueno, vamos, ya es suficiente por hoy. Hágame un favor, que en verdad ando cayendo y cayendo alrededor del mundo sólo para alcanzar a la luna. Si la ve por ahí. Dígale usted que de amarla existo.

- ¿Algo más?
- Y, un deseo: si me encuentran, busquenmé. .




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Silvina Vital | Y si esta mañana

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Silvina Vital | Y si esta mañana


Y si esta mañana logro terminar mi cuento, entonces el día tendrá sentido, y el aburrimiento de la tarde se esfumará con la lluvia –esa lluvia que, dicen, está por venir. Y por la tarde no sentiría ya culpa por la pila de libros y papeles abandonados por la casa, ni por las tareas domésticas (y banales) que he dejado de hacer desde hace tiempo. Y no sentiré culpa tampoco si el atardecer se pone de silencio y de tedio, y si por hastío se pone tristemente abúlico. Si tuviera yo hoy mi cuento terminado esta mañana podría, de algún modo, justificar el día.

Pero la mañana se despliega lenta, como adormecida por el cielo sin sol, y observo que los movimientos involuntarios del día se hacen tan imperceptibles (uno casi no comprende el paso del tiempo los días nublados), que de repente no sé si es de mañana o si he caído ya en el borde abismal de la tarde, y vuelvo, como siempre, a sentir la nada de los días, con todos los cuentos en veremos.




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