LA LUNA HA DADO Y SERENA | INTROITO

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Soñé que golpeabas la puerta para despertarme esta mañana.

Cuando abrí los ojos, allá en el fondo del pasillo en ruinas, la puerta era apenas el ciego prólogo de los inviernos.

Eso le pasa por vivir soñando.

No se equivoque, conciencia: Entre el sueño y la realidad siempre opera el deseo.

Y el deseo es un farol que alumbra el camino.

Vamos, no me venga con poética de perro rabioso.
Que muerto el farol se acabó el farolero.

No me joda, conciencia. Vea usted, igual voy a seguir soñando. Porque soñar es un recurso de los abrazos.

Escuche. Me muevo hasta la puerta del pasillo
en ruinas. Abro. Camino calles hacia la luna. Y me meto en la vida y en los sueños de la luna para contarle esta historia de Faroleros.

Entonces le cuento otra vez, por si ayer estuvo ausente: El viejo farolero de Babel anda que anda las calles del barrio.

El viejo farolero de Babel anda solo y al cuete. Los zapatos destartalados, los pasos descalzos, la mirada agujereada. El viejo farolero anda buscando faroles para encenderle un fueguito a la noche.

Pero la noche es oscura y el viejo farolero no encuentra faroles. Y se enoja el viejo con la noche, la guachea de palabra, la maldice por oscura.

El viejo farolero no sabe que la noche es oscura de pura bondad. La noche es oscura para que el viejo no descubra que ya no hay faroles en el barrio.

El viejo farolero de Babel anda que anda las calles del barrio. Anda con un reloj de cuerda que se le suicidó de tristeza hace muchos años. Así es que el viejo farolero ahora tiene un reloj de luna. Y como en el barrio la luna es sólo una, anda el viejo farolero anunciando eterno: “la luna ha dado y serena…”

Uno de estas noches, las señoras que habitan en casas enjauladas, hartas de soportar el paso del viejo, van a ordenar a sus empleados de seguridad que digan la verdad al farolero. “Déjese de joder, no ve que ya no hay faroles en el barrio”.

Por eso los gatos andan en estado de alerta. Desde las cornisas vigilan los movimientos de las señoras. Y afinan un coro de maullidos capaz de silenciar cualquier palabra.

Por eso también, algunos escritores de Babel están fabulando cuentos para leer a la luz de un farol bajo la luna. Y ciertos lectores del barrio están desaprendiendo el silencio para leer en voz alta.

Empero, todavía faltan los faroles. Pero confiamos en los efectos que produce la luna en el alma de los lunáticos.

Soñar es un recurso de los abrazos.

Bien sabemos que esta historia no cambia el mundo. Pero no es menos que una torre que porfía en llegar al cielo.

Por eso salimos, todas las noches, a dar la hora única y perpetua del encuentro: La luna, la luna ha dado… y serena.

Y si hay encuentro y si hay voces que hablan podremos decir: no se trata de cambiar el mundo, se trata de iluminar un poco los lugares del barrio. De uno en uno. Y nuestras almas. De una en una. Serenamente. Serena la mente. Faroleros.

Y ahora, me voy a soñar con vos. No sé si vuelvo…




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2 comentarios:

  1. Bellísimo, amigo!!! Esta noche nos reunimos los lunáticos enamorados de la luna a leernos abrazos

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  2. Bellísimo, amigo!!! Esta noche nos reunimos los lunáticos, enamorados de la luna a leernos abrazos

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